CONSEJOS PARA EL Y LA MUSULMANA. Cultivar la paciencia

CONSEJOS PARA EL Y LA MUSULMANA. Cultivar la paciencia

Cultivar la paciencia

CONSEJOS PARA EL Y LA MUSULMANA

Por: Sherezada

En repetidas ocasiones he escuchado frases como “yo soy así de explosiva y no puedo hacer nada”, “si Dios me hizo impaciente por algo será”, pero lo cierto es que Dios y Su profeta Mujámmad nos han recomendado la paciencia.

La paciencia es una de las virtudes que más recomendó el Profeta Mujámmad (ByP), siempre dijo que cuando el creyente es paciente obtiene grandes beneficios, y Allah, alabado sea, nos invita muchas veces a ser pacientes:

¡Oh, creyentes! Busquen ayuda en la paciencia y la oración; que Dios está con los pacientes. (2: 153)

Además, hemos escuchado numerosos jadices que nos invitan a ser pacientes, como dijo el profeta Mujámmad (ByP):

“Qué maravilloso es el asunto del creyente, pues sus asuntos son todos buenos, y esto se aplica solamente al creyente. Si le sucede algo bueno, agradece por ello y eso es bueno para él. Si le sucede algo malo, lo tolera con paciencia y eso es bueno para él”. (Múslim)

Hay un dicho árabe que dice: “La paciencia y la victoria son hermanas gemelas”, pues la una no viene sin la otra. Sin embargo, la paciencia no es algo que se obtiene de un día para otro, aun para las personas que nacen con una inclinación natural a ser pacientes, esto no es suficiente, la paciencia, al igual que todas las virtudes y defectos, hay que cultivarla. Aquí les he querido compartir unos cuantos consejos al respecto.

1.      Siembra paciencia

Piensa en las virtudes como pequeñas semillas, todos tenemos las semillas de las virtudes y los defectos en nuestro interior, son parte de nosotros, y es nuestra responsabilidad escoger esas semillas y plantarlas.

Pero imagina que tienes un número de semilleros determinado, no puedes simplemente sembrar tooooodas tus cualidades o tooodos tus defectos, debes escoger, y lo hemos hecho, de manera consciente e inconsciente, a través de nuestra vida.

Si eres alguien impaciente, intranquilo, impetuoso, irritable, iracundo o explosivo, es que has escogido esas semillas y las has cultivado, entonces no hay sitio para sembrar la paciencia, así que el primer paso es hacer un espacio en el semillero. ¿Cómo lo hago? A través de la conciencia y la decisión.

Tomar conciencia es analizarte y darte cuenta qué defectos de tu personalidad son contrarios a la paciencia; qué has cultivado que es necesario dejar marchitar, dejar que se vaya de tu vida, de tu corazón, de tu personalidad.

También hay que decidirse a cambiar; a pesar de lo fácil que se lee es realmente difícil lograrlo, porque el cambio de requiere disciplina y fuerza de voluntad, dos cosas que también hay que sembrar.

Para lograr sembrar, haz una lista de las actitudes tuyas que interfieren con tu paciencia. Puede ser solo una como “ser explosivo”, o muchas: “ser explosivo, ser gritón, permanecer de malgenio, estresarse con facilidad”, etc. Luego piensa: ¿Cuál de estas puedo eliminar por mi propia cuenta?

Por supuesto, también se debe acudir a Al-lah, alabado sea, porque Él es la fuente de todo, y solo a Él se Le debe pedir lo que necesitamos en nuestras vidas.

“…a todo aquel que tenga paciencia, Al-lah le otorgará paciencia, y nadie nunca recibe nada mejor y más generoso que la paciencia”. (Bujari y Múslim)

Para acudir a Al-lah debemos hacer varias cosas, la primera y la más importante es cumplir con nuestros actos de adoración: ¿Estás rezando tus oraciones obligatorias? ¿ayunas voluntariamente? ¿das caridad? Si tu respuesta es “Sí”, felicitaciones, estas conectado con tu Creador, necesitas hacer dua, mucha súplica, porque Al-lah es Quien todo lo provee.

Si tu respuesta fue “no”, o “en ocasiones”, “a veces”, lo primero que debes pensar en cambiar es tu conexión con Dios, mejorarla, cumplir con tus obligaciones religiosas te ayuda a lograr disciplina y fuerza de voluntad, además de que te sentirás mucho mejor cuando estés conectado con tu Creador.

Tengo un tío campesino que siempre me dice: “Sembrar es la parte fácil, luego hay que asegurarse de que algo nazca”. Así es, tomar conciencia de que necesitas cambiar y decidirte a sembrar son pasos fáciles, mejorar tu relación con Dios es más importante, en la segunda parte veremos lo necesario para hacer que nuestra paciencia crezca.

2.      Riega la paciencia

Como cada persona es diferente, “regar la paciencia” debe ser un proceso diversificado y adecuado para cada uno.

Luego de tener tu lista y decidir qué puedes cambiar por ti mismo, debes implementar una técnica que te recuerde tu propósito y otras que te ayuden a cambiar. Aquí dejo unas cuantas para que experimentes cuál resulta mejor.

Usar un recordatorio para el propósito que te impusiste, de esa manera en los momentos en que recaes en la actitud que estás tratando de eliminar, tu mente envía un recordatorio mental de “no hagas eso”. Para algunas personas pueden ser alarmas en el celular cada hora (debe ser un recordatorio constante), usar una pulsera con una frase que recuerde cuál actitud se ha decidido eliminar, o unos post it puestos en sitios estratégicos que veas con bastante frecuencia todos los días.

Tener una cartelera de memoria es una muy buena idea, se puede realizar con un tablero de corcho, de acrílico, un pliego de cartulina de colores o pintando un recuadro en una pared, tan simple o tan elaborado como desees que sea. En ella se ubican imágenes, fotografías, frases, todo lo que se quiera para que se recuerde la decisión y se motive a hacer lo necesario para cambiar la actitud.

Además, es increíble cómo nuestro compromiso con Dios nos lleva a mejorar nuestras actitudes y a sembrar cosas positivas. Por ejemplo, para sembrar paciencia no hay nada mejor que la oración y el ayuno voluntario.

Cuando estamos realizando el ayuno es fundamental mantener la paciencia en todas las circunstancias:

Abu Juraira, que Al-lah esté complacido con él, narró que el Profeta, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Cuando alguno de ustedes esté ayunando, no debe caer en lenguaje obsceno ni debe levantar la voz, y si alguien lo insulta o trata de armarle pelea, debe decir: ‘Estoy ayunando’”. (Bujari y Múslim)

Cuando el Profeta nos enseña que debemos responder “estoy ayunando”, nos está regalando un escudo, estas palabras son una protección contra los malos modales de otros y de nuestro propio ego, ese que nos pide que respondamos, que explotemos, que perdamos la paciencia e incurramos en la ira. Por eso, el ayuno es uno de los actos de adoración que más riega nuestra decisión de ser pacientes.

La oración por su parte, es esencial, no solo por ser uno de los actos de adoración obligatorios y continuos, sino porque uno de sus requisitos es la tranquilidad. El Profeta (ByP) una vez estaba en la mezquita y un hombre llegó y rezó, el Mensajero de Dios lo vio y le dijo: “Repite tu oración.” El hombre rezó una vez más, cuando hubo terminado el Mensajero volvió a decirle: “Repite tu oración.” El hombre rezó por tercera vez y cuando terminó el profeta le dijo: “Vuelve a rezar.” El hombre respondió: “Por Al-lah, no sé que estoy haciendo mal”, y el profeta le respondió: “Te has apresurado en la oración”, queriendo decirle que no la había hecho con calma sino con afán.

La calma, la tranquilidad, es uno de esas semillas necesarias para ser vecinas de la paciencia; el mundo actual está repleto de estrés, porque produce ansiedad, la que lleva al impulso y este al consumo, y la economía se sustenta en esta cadena. Regar la paciencia requiere cultivar la serenidad que es necesaria para orar cinco veces al día, por ello, la oración prescrita debe ser una de nuestras gotas de riego esenciales.

3.      Abona la paciencia

Abonar es un trabajo constante y preciso, no se puede echar mucho abono porque se quema la siembra, pero si se descuida nada nace. El abono es lo que rodea a la planta, de igual manera debemos rodearnos de apoyo cuando queremos cambiar.

Cuéntale a las personas a tu alrededor sobre tu necesidad de cambiar. Este es un punto muy difícil, porque las respuestas que se suelen recibir son muy variadas, van desde la felicitación sincera hasta la agresividad, pasando por la burla y la desmoralización. Es muy fuerte darse cuenta que tu amigo de toda la vida se burla de una resolución que es muy importante para ti, o que el familiar del que esperabas un apoyo incondicional lo que hace es recriminarte.

Estas actitudes negativas suceden por el “efecto onda”, esto es, que cuando una persona cambia genera una onda a su alrededor que hará que otros se planteen una posibilidad de cambio también, y eso asusta a muchas personas o desequilibra los estilos de vida de otros. Por ejemplo, cuando un fumador que vive con una familia de fumadores decide dejar de fumar, su familia no lo va a apoyar, al contrario, hará muchas cosas para sabotear esa decisión, porque una persona no fumadora desequilibra todo el núcleo familiar fumador.

Por eso, cuando compartas tus decisiones tienes que apoyarte en quienes te ayuden, y aprender a manejar las actitudes negativas que tus cambios van a desatar. Lo primero es rodearte de un círculo de hermanos o hermanas que te apoyen:

Los creyentes son hermanos entre sí. (Corán 49:10)

Los creyentes y las creyentes son aliados unos de otros. (Corán 9:71)

Tu nueva familia, la Umma islámica, es tu bastión. ¿La razón? Los musulmanes entendemos mucho mejor los procesos de cambio de los conversos, y además tenemos argumentos islámicos para dar consejos, esto no significa que desestimes o hagas a un lado a tu familia, de ninguna manera, si cuentas con el apoyo de tu parentela cuéntalo como una bendición por la cual agradecer, es un hecho que entre más, mejor.

¿Qué hacer con los que nos sabotean? Bueno, de esas personas es mejor alejarse, es tu deber evaluar si lo haces de manera temporal o permanente, y si no puedes hacerlo porque hay condiciones fuera de tu control, como compañeros de trabajo, de estudio, familiares, el jefe, que son personas con las que tenemos que convivir, debes encontrar un mecanismo para lidiar con sus sabotajes.

Busca un padrino, sí, así como lo lees, un padrino o madrina, que te apoye incondicionalmente. El papel de un padrino en los procesos de cambio es ser baluarte, un refugio, una fortificación, paño de lágrimas y de vez en cuando, recordatorio del compromiso adquirido, por eso no puede ser el primero que pienses sino alguien escogido que sea paciente y que acepte la responsabilidad que significa este rol.

El profeta (ByP) una vez dijo que quien se acerca a un herrero, las chispas de la forja volaran y le quedaran en la ropa, y que quien se acerca a un vendedor de perfumes, el olor flotará y se impregnará en él, esa era su forma de ilustrarnos acerca de la necesidad de acercarnos a quienes nos pueden beneficiar, y que uno siempre adquiere algo de las personas que lo acompañan. Por ello es muy importante rodearte de personas que te enseñen paciencia.

4.      Regala paciencia a otros

Para que una planta esté bien hay que mantenerla, consentirla, estar pendiente de ella, así mismo es la paciencia; este es uno de los dones de Dios más preciados para el creyente, pero si no está pendiente de ella se puede perder.

Cuando hayas logrado obtener este don tan preciado recuerda que siempre hay que perfeccionar todo lo que hacemos, y tener paciencia es una de las cosas para lograr el ijsan, además que hay cultivarla todos los días, no dejar que se pierda, y ayudar a otros a lograrla:

Recuerden la gracia de Dios cuando los hermanó uniendo sus corazones… (Corán 3:103)

Cuenten su historia de cambio a otros, guíenlos, y ofrézcanse de madrinas o padrinos a otros que estén en el camino de cambio. Recuerden que el Mensajero de Dios nos enseñó que un verdadero creyente es aquel que quiere para otros lo mismo que para sí mismo.

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